¡Buenas!
Muchos días sin escribir, por muchas cosas que hacer: encarando nuevos proyectos, perfilando antiguos, y de exámenes… Ya con un paso pequeñito más que dar con la Posturología y ya de verano.
Ayer vi un vídeo que me pareció muy curioso, pero antes os pongo una imagen y os cuento…
Me diréis que me he equivocado en la leyenda de la foto… pero no. Resulta que en un vídeo promocional, se ha querido incluir la imagen de Sir Simon Rattle, director de la London Symphony Orchestra; con un software le sacaron múltiples fotos y así, podemos ver el movimiento que hacen sus brazos dirigiendo un ensayo…
Visto esto… ¿siguen quedando dudas de que los músicos sufran dolencias derivadas de su práctica artística? ¿Y los directores? Me gustaría ver a un jugador de voley, por poner un ejemplo de un deporte en el que trabajen mucho con los brazos al aire, pasarse durante una hora moviendo los brazos sin parar. Y ver cuánto tardaría en abandonar el experimento…
Por eso, es importante valorar la implicación que tiene el director. Que además, de coordinar los diferentes músicos para conseguir el resultado musical esperado, con el esfuerzo intelectual que eso conlleva, hay que añadir un esfuerzo físico importantísimo. Pero… así como los músicos, con un poco de suerte, han oído hablar e incluso practicado, la técnica Alexander, Feldenkrais, Yoga, etc., ¿por qué en los cursos de dirección musical no hay una asignatura de conciencia corporal que les permita desempeñar su trabajo libre de tensiones y con mayor eficacia muscular? Es decir, se les enseña cómo mover las manos según lo que se quiera expresar… pero ¿quién mueve esas manos? ¿Se podría hacer una preparación para que mover las manos suspendidas en el aire, cueste menos esfuerzo?
Yo la respuesta, la sé.
Ahí dejo la reflexión y me vuelvo al estudio.
¡Feliz fin de semana!