Fisio Taddeo: Fisioterapia en Artes Escénicas

Músicos y emociones

¡Buenas!

Haremos, hoy, una revisión de varios estudios y artículos aparecidos sobre un tema un poco complejo y muy vasto: las emociones. Intentaré ser lo más riguroso posible, aunque es muy difícil no aportar el propio punto de vista. No me andaré mucho por las ramas e intentaré focalizarme en las emociones de los músicos…

La reeducación postural en los instrumentistas es necesaria a lo largo de su vida musical: desde el aprendizaje hasta su etapa profesional, en la que merece ser constante. Puesto que no es lo mismo tocar Stravinski que Mendelsson, el cuerpo no reacciona de la misma manera para tocar uno u otro. De modo que, las compensaciones serán distintas para poder sacar a flote esa interpretación. Así pues, hay que valorar la importancia de tener un cuerpo acondicionado para tocar Mozart o Wagner y que en cada momento, se necesitarán unas cualidades u otras.

Sin embargo, el tema que quiero tratar esta semana, no es ese.

Tal y como podemos ver en el estudio publicado por Zamorano y colaboradores (Zamorano et al., 2015) la sensibilidad en cuanto a dolor y sensibilidad táctil es mayor en músicos que en los participantes que no eran músicos. Con lo cuál, si tomamos el dolor como una emoción, podemos decir que los músicos sienten más… pero, ¿qué pasa con esas emociones?

Haciendo una radiografía a la situación actual de los músicos de las orquestas… Muchos tocan con dolor: dolores que se perciben o pasan a ser crónicos. Desde los dedos hasta los hombros, por no hablar de cervicales o lumbares, estos dolores crónicos fácilmente evolucionen en depresión o ansiedad (The psychopharmacologic treatment of depression and anxiety in the context of chronic pain. Verma S, Gallagher RM, 2002).

 

Ante una acción, hay dos reacciones o comportamientos fisiológicos: huir o luchar. Inhibir una acción es un comportamiento problemático, y eso queda reflejado en el cuerpo en forma de cocontracción. Veamos el caso de un músico de orquesta que lee una partitura y la interpreta de una manera… Pero detrás llega el director y les dice que hay que tocarlo de otra manera. La música, al fin y al cabo, tiene mucho de expresividad, con lo cuál, eso va a conllevar un conflicto en el músico, que va a tener que gestionar cuantas veces lucha o huye, para no tener que estar siempre inhibiendo la acción.

 

 

En el 2013, Nummenmaa y colaboradores (Nummenmaa et al., 2013) hicieron un trabajo sobre el «Embodiment» o un mapa de emociones, en el cual mediante topografía (mediante la sensación sujetiva referida por los participantes) inducían una emoción al sujeto (con visualización de situaciones distintas) y observaban cuál era la respuesta a nivel de actividad corporal… Mi planteamiento es que en lugar de visualizaciones, habláramos de estar tocando Mozart, Shostakovich o Mahler, ¿podríamos obtener un resultado parecido? Es decir, tocar una pieza u otra, nos marcaría las mismas respuestas en distintos sujetos… con lo cual, la posibilidad de encontrar emociones fijadas en el cuerpo de distintos músicos, después de tocar esa misma pieza.

Y como hemos visto anteriormente, los músicos sienten más… De modo que, no estaría de más darle la importancia que merece todo esto.

¡Salud y música!

 

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